Decirle adiós al perro 

En estos tiempos modernos, es más fácil decir adiós. Basta con un mail, una llamada, un mensaje, aunque también hay quienes se desaparecen  y los que nada más cambian el estatus de relación en Facebook, esperando que eso sea lo único necesario. 

El cambio es brutal y de un día a otro; desde hacía tiempo sosteníamos una conversación aparentemente infinita, desde la mañana hasta la noche y continuábamos la siguiente mañana y la siguiente noche y la siguiente mañana. Y la siguiente noche. Ahora ni siquiera somos amigos en Facebook y nos dejamos de seguir en Twitter y creo que me bloqueaste en Tumblr, porque lo entiendo, ninguno quiere saber.

Carajo, además ponías una combinación perturbadora en tu Tumblr, mitad memes sobre el vacío de la vida, mitad gifs medio pornográficos y era como decir miren, estoy muy triste, pero traigo muchas ganas.

También lo entiendo. Yo también estoy triste.

(También traigo muchas ganas)

A lo mejor no debimos ver tantos apartamentos juntos, porque ahí nos dimos cuenta que yo no quería vivir en los que a ti te gustaban y a ti no te gustaban los departamentos en los que yo quería vivir y al final nos dimos cuenta de que no era una cuestión inmobiliaria. No sé, mejor no hablamos de eso.

El único problema que queda es el perro.

No hubo llamada o mensaje de despedida para él. Ninguna última palmada en la cabeza. Lo vi a los ojos y le intenté explicar y cuando volví a llorar, el perro me lamió la cara hasta que se cansó. Creo que quedó más confundido y no volvimos a tocar el tema, pero cuando llego del trabajo todavía me huele como esperando una pista o algo más y sigue mirando la puerta por la que no vas a llegar y creo que el perro todavía te está esperando.

2 comentarios
  1. Augusto L dijo:

    Muy buena tu historia. Donde también hay quienes pueden sentir relación en ella. Me agrado demasiado y felicidades. Ojalá sigas compartiendo trabajos así y sobre todo ánimo en tu vida.

    • Ximena dijo:

      Muchísimas gracias Arturo, apenas vi tu mensaje por despistada. Es una historia de ficción, pero la idea de que los perros nunca saben todo lo que pasó se me quedó grabada en la cabeza. Mil gracias por tu comentario 🙂

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