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En otro momento.

Desde que te fuiste, me empecé a volver optimista.

Como mejor. Mastico la comida, que no me sabe a nada, con flojera, lo cual contribuye a la buena digestión, a la abulia y a bajar de peso. Todo muy saludable, si se le quiere observar desde esa perspectiva.

Me metí a toda clase de cursos y actividades, entonces sustituí el tipo de  pensamientos superfluos en los que me sumergía por otro tipo de ideas, más superficiales. En ellas no me ahogo. Como no pude sacar mis ideas a golpes ni llorando respirar funcionó. Casi no maldigo, casi no me pierdo en el hoyo mental de siempre. Sustituí el hijodetuchingadamadretevasamorircabrón por el elegante y monosilábico OM. ¿Respiro? OM ¿Mi vista se pierde en el tráfico de nuestra urbe a ninguno de los cuales hay salida fácilmente observable, lo cuál es, a fin de cuentas, un símil de mi vida? OM.

Lo mismo va para los vicios. Durante un tiempo pensé que acabaría cambiando el tabaco por el alcoholismo, porque bebía hasta que mi cabeza azotaba con la almohada, o con el piso, o con otra cabeza, pero resulta que no y ahora casi espero un orgullo mal dirigido de tu parte hacia mi. Casi.

Construí la teoría que después de todo esto, el tiempo se estaba haciendo, de alguna manera, lento. Por lo menos, más lento que otros años, pero pestañeo y de pronto es Diciembre. Los días transcurren igual; lo que no se mueve soy yo.

Te diría que es un mal año, pero, de nuevo, soy optimista. Es un excelente año para las cosas malas. Para la inmovilidad, para el frío, para esperar.

OM.

En estos tiempos modernos, es más fácil decir adiós. Basta con un mail, una llamada, un mensaje, aunque también hay quienes se desaparecen  y los que nada más cambian el estatus de relación en Facebook, esperando que eso sea lo único necesario. 

El cambio es brutal y de un día a otro; desde hacía tiempo sosteníamos una conversación aparentemente infinita, desde la mañana hasta la noche y continuábamos la siguiente mañana y la siguiente noche y la siguiente mañana. Y la siguiente noche. Ahora ni siquiera somos amigos en Facebook y nos dejamos de seguir en Twitter y creo que me bloqueaste en Tumblr, porque lo entiendo, ninguno quiere saber.

Carajo, además ponías una combinación perturbadora en tu Tumblr, mitad memes sobre el vacío de la vida, mitad gifs medio pornográficos y era como decir miren, estoy muy triste, pero traigo muchas ganas.

También lo entiendo. Yo también estoy triste.

(También traigo muchas ganas)

A lo mejor no debimos ver tantos apartamentos juntos, porque ahí nos dimos cuenta que yo no quería vivir en los que a ti te gustaban y a ti no te gustaban los departamentos en los que yo quería vivir y al final nos dimos cuenta de que no era una cuestión inmobiliaria. No sé, mejor no hablamos de eso.

El único problema que queda es el perro.

No hubo llamada o mensaje de despedida para él. Ninguna última palmada en la cabeza. Lo vi a los ojos y le intenté explicar y cuando volví a llorar, el perro me lamió la cara hasta que se cansó. Creo que quedó más confundido y no volvimos a tocar el tema, pero cuando llego del trabajo todavía me huele como esperando una pista o algo más y sigue mirando la puerta por la que no vas a llegar y creo que el perro todavía te está esperando.

Eres una idiota Elisa, una reverenda idiota. Y tu novio también. Francamente no sé quién es peor de los dos; él que te deja cada que cualquier tipa hace su flamante aparición o tú, que berreas y te quejas y lloras y tragas y tragas y tragas, hasta que te vuelve a buscar y regresas, porque siempre regresas. Si él es peor que tú, tú definitivamente eres más tonta, porque siempre regresas. 

Ya lo ha hecho varias veces y sé que te acuerdas de cada una. Me pregunto quién te duele más ¿la de cabello color turquesa o la del tatuaje en cursiva?¿Te acuerdas de todas las veces que intentamos descifrar qué carajos decía y ninguna le entendía a esa horrible letra? Estabas frustrada, te sentías indignada; nunca habías odiado tanto las cosas que no se dejan leer. Y tú siempre quieres saberlo todo.

Hubo más. Claro que hubo más. Yo no me acuerdo de ellas, pero apuesto a que tú sí. Yo nada más recuerdo cada vez que te pusiste mal. Eso no lo olvido.

De todas formas, siempre regresas.

Ah, pero antes de volver y pretender por un rato que el mundo es de empalagoso color rosa, vas a llegar a mi casa y vas a rogarme que te saque de fiesta. Porque nunca sales con él, no así. No a bares ni a antros ni a fiestas del amigo de un amigo. No le gustan. A mi tampoco, yo te llevo porque en esos momentos dices que lo necesitas.

Entonces llegas y desordenas mi ropa, buscando la falda más apretada que puedas encontrar y luchas para ponértela, porque estás caderona y nalgona y todo te queda demasiado chico, hasta tu hombre. Te deslizas dentro de mis medias, para cuando termine la noche las habrás hecho trizas. Empiezas a embadurnarte mi maquillaje en toda la cara sin saber cómo hacerlo y sin pedir permiso, mientras te esfuerzas en meter tus generosos muslos en el nylon. Por una vez haces a un lado tu perenne crema para labios sabor durazno, para intentar ponerte maquillaje que no sabes aplicar y te picas los ojos con la mascara, y no sabes utilizar mi iluminador y no entiendes la diferencia entre el Orgasm de Nars y el CORALista de Benefit. No intentas delinearte, no se te pasa por la cabeza, porque sabes que fallarás. Alrededor de los ojos estás repleta de manchones negros, pareces un vil mapache. No sabes aplicarte el bronceador como se debe; tus dientes están llenos de Ruby Woo cuando sonríes. Te ves fantástica.

A lo mejor eres más tonta, pero a quien de verdad detesto es a él. Tú quieres ir a una fiesta y no te atreves a hablar de verdad con nadie. No le haces caso a ninguno de los tipos que se acercan como si te fueran a comer. Él no se atreverá a probar el manjar que tienes entre las piernas como la ocasión merece, después de que te quedas con la carne cruda por el depilado brasileño, después de acompañarte a comprar lencería para adornarte. Le vas a decir a tus papás que esa noche te quedas conmigo, pero las dos sabemos en dónde vas a estar. Nos veremos el lunes en la escuela y vas a estar enamorada. Hasta que lo vuelva a hacer.

Saliendo del bar, del antro, de la fiesta, de donde sea, te tropiezas hasta mi auto. Yo siempre manejo, me aseguro de que llegues a casa con bien. Rara vez llegas a vomitar, pero siempre te rasgas las medias y los hoyos me dejan ver tu piel. Es parte del ritual; no lo perdonas hasta que hayas salido conmigo, no te metes al auto antes de que mis medias, siempre mis medias, queden hechas una porquería.

Luego llegas a tu casa y te estrellas contra la puerta sin poder meter la llave en la cerradura, mientras te despides lanzando besos al aire y agitando el brazo. Siempre dejas cosas detrás de ti, andas por ahí esparciendo tus pedacitos. Dejas tu bolsa, la chamarra. Me dejas a mi. Lo único que nunca dejas demasiado atrás y jamás a tiempo, es a él. Dejas el celular, uno de tus zapatos. La dignidad, a veces. Tu medicina, la cartera. Esta vez pierdas tras de ti tu lipstick de durazno y yo lo llevo hasta a mi nariz y lo huelo con cuidado. A esto deben saber tus labios Elisa, mi Elisa, eres una idiota.

(Le empecé a escribir este poema hace cuatro años. Me tardé dos años en dejarlo como es actualmente, hace dos, decidí dejar de escribirlo. No es nada en realidad, no es lo mejor que he escrito, pero era para él y de todo lo que he hecho, es mi favorito)

Ojalá fueses algo que pudiera explicar completamente, en lugar de compararte con cosas ínfimas

Para que, en vez de sufrir por cosas simples, pudiera morir por cosas grandes

si es que voy a morir de la pena

Pueda evitar morir susurrando.

 

Ojalá fueses enteramente el fuego que sé que eres, para quemarme simplemente

en lugar de morir de a poco y congelado

por el hielo que llevas dentro.

 

Porque no eres fuego y yo ardo

y no eres hielo y me congelas

Cualquier mirada delata lo que el orgullo niega

 

Ojalá el cuerpo a ti se negase;

y el corazón inocente no te esperase

el cerebro incauto no te anhelara

y mi realidad con la imaginación no se fundiera

 

Ojalá el tiempo siguiera y el mundo cambiase

y tú te quedases. Y yo caminara.

O te fueses de una vez por todas y para siempre.

En lugar de perderte, momento a momento.

 

Ojalá pudiese yo entenderte, en vez de hacer comparaciones

pero ya eres fuego y yo ardo

y al mismo tiempo eres hielo y me congelas

Si fueses cualquier cosa, además de todo, me tendrías

Me tendrías

Siendo ajenos, ya me tienes.